Desde la distancia de la inmensidad de mares
rotos los lazos que aferraban a los viejos pasos
recorriendo ahora paisajes que no reconocen los ojos
con el sonido de palabras extrañas
y asida a otras amigas como único vínculo de lo fue mi morada
que bebo ansiosa en las largas horas de soledades
que ayudan a combatir el miedo de lo desconocido
que son el báculo en el que me apoyo en este nuevo camino
que escogí como andariega de mi destino.
No fue fácil, no lo es cada amanecer en esta nueva tierra,
tengo que apagar los ecos de la dejé para seguir cada día en mi meta
para confortarme con la vista de este horizonte que perseguí sin tregua
cuando el que tenía se convirtió en límite y muralla
y frenó mi senda.
No flaqueó el coraje cuando inicié el viaje,
falla ahora cada jornada
cuando sé que mi cobijo es una batalla
que tengo que ganar cada día,
que estan lejos caras amigas,
conocidos y familia.
No hay error ni arrepentimiento
pese a la dureza del esfuerzo
pese a la soledad que muerdo
sé que ese es el destino
lo que he escogido
del andariego el sino.
Asaysa Heras.
No sé que hay tras el recodo del camino.
Hace 9 años