
El paseo marítimo convertido en las mañanas en frontera de nuevos parados,
vagan como zombis, cada día aumentados los desfavorecidos de fortuna errática.
Ojos fijos en el confín azul intentando diluir en el horizonte la amargura de sus caras,
el futuro incierto que ayer no se sospechaba.
Huídos por horas de hogares en desconcierto,
con el futuro en el filo de la navaja,
evadidos de preguntas sin respuestas de esta suerte acíaga.
Manos a la espalda en paseos sin rumbo,
sonrisas forzadas a compañeros de destino intentando un ánimo,
una esperanza que en fondo de su corazón creen palabras vanas.
Hoy la brisa me dejó un gusto amargo y el sabor de las lágrimas,
siempre es así
cuando cruzas el dolor de la desesperanza.
Mariant Íberi.
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