Sin querer sentada en mi atalaya silenciosa observo a la chica que mira el reloj con ansiedad. A lo lejos ve al objeto de su amor y su rostro se ilumina, no puedo evitar una sonrisa y algo de nostalgia por esa felicidad que hace saltar el corazón de alegría cuando le ves acercarse.
A su altura la chica se arroja en sus brazos pero él permanece frío, la veo desconcertada y él le habla.
No necesito escuchar sus palabras, la cara de ella lo refleja todo y su imagen rota cuando poco después él se aleja confirman la desgracia.
Se ha dejado caer en la arena, en esta hermosa tarde de mayo un corazón volverá a casa destrozado.
Quisiera acercame, decirle que conozco el dolor de la pérdida, que lloraré con ella pero no la conozco y el valor no me llega.
En el camino a casa se ha oscurecido la tarde, ella no lo sabe pero me traje algo de su tristeza.
M.I
1 comentario:
Que linda esta mirada llena de poesía y encanto triste, sencillamente bella.
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